Perico Sambeat pertenece a la generación de músicos de jazz que se dieron a conocer en la década de 1980, coincidiendo con el último gran movimiento internacional de eclosión del género, en la España de aquella época se abrieron paso a base de imaginación y tenacidad, y aunque no fueran conscientes de ello, cargaron con la tarea de normalizar el panorama profesional del jazz en nuestro país y reforzar unos vínculos internacionales casi inexistentes, lo que hoy parece afortunadamente normal debe mucho al entusiasmo de unos cuantos de esos músicos, entre los que destaca Sambeat.
No sé si Perico Sambeat, que cumple sesenta años en 2022, se siente como un veterano o un pionero, ni si eso tiene importancia. Su actitud ante la música es siempre la misma. Sigue siendo en esencia el músico obsesionado por el trabajo que deslumbró a sus paisanos valencianos y marchó a Barcelona primero y a Nueva York después para acabar de formarse, su carrera desde entonces le ha convertido en un músico muy solicitado y respetado. Cuando toca se le reconoce a los pocos compases, como a todos los grandes. Sus composiciones tienen también un aire de familia. Y ha encontrado una referencia estable y sólida en el trío que mantiene con el contrabajista Javier Colina y el batería Marc Miralta y que vuelve periódicamente para darnos alegrías a sus seguidores.
Sin embargo, se puede decir con idéntica razón que Sambeat es un músico constantemente preocupado por la innovación, ese gusanillo que llegó tal vez al jazz cuando dejó de ser una música folclórica. A lo largo de los años ha probado diferentes formatos y se ha interesado por otras músicas, pero siempre sabiendo muy bien quién es y qué quiere, sin titubeos, en ese marco, la forma más natural de añadir matices a su voz es rodearse de nuevos colaboradores, y confirmar la esencia del jazz como música individual y colectiva a la vez, de préstamos e intercambios.
Después de un par de discos más clásicos, Sambeat ha querido dar un giro hacia territorios abiertos. Tan abiertos como el océano que evoca el título del disco, bajo el cual se presentó en 2019 el cuarteto que hoy nos ocupa, tras un primer contacto en el seminario de jazz de Almendralejo. “Atlantis” puede ser también una referencia al vínculo marítimo que une al saxofonista con el trío rítmico. Fabián Almazán es cubano, Pablo Menares y Rodrigo Recabarren chilenos (aunque los tres tienen experiencias relevantes en la escena estadounidense: el pianista como colaborador sobre todo de Terence Blanchard, Menares y Recabarren como miembros del grupo de la saxofonista Melissa Aldana y otros jóvenes activos en Nueva York), por lo demás el cuarteto es la formación más repetida a lo largo de la carrera de Perico Sambeat. Esta nueva vuelta de tuerca nos lo muestra exigente y alerta, feliz una vez más en la línea de salida, como si fuera la primera vez.
Preocupado por los detalles, el repertorio es una cuestión mayor para el saxofonista, que mientras concebía el disco echaba en falta un tema adecuado para iniciar la sucesión de atmósferas prevista, una noche se le presentó una melodía en mitad del sueño, y así surgió Somnis, tema con aires de danza oriental de tempo medio, que podría haber derivado hacia la dulzura pero el grupo asume con una cierta exaltación y acentos muy subrayados, hay solos de Sambeat, Almazán y Menares.
Joe, dedicado al saxofonista Joe Henderson, debió aparecer en un CD que Sambeat grabó hace ya años con colegas portugueses, aunque nunca llegó a publicarse. Es una composición enérgica, de ritmo latino, con una breve introducción a cargo de la sección rítmica y exposición al unísono de saxo y piano. Sambeat toma el primer solo en su estilo más vehemente, a continuación Almazán deja retazos de música cubana y de piano barroco sin caer en ningún cliché, Recabarren cierra la rueda de solistas.
Hiva es una tierra mítica de la que según las leyendas proceden los habitantes de la isla de Pascua, el rastro de Hiva es un tema en compás ternario lleno de climas cambiantes y armonías muy abiertas, creado a partir de un pedal misterioso, Sambeat expone el tema e inicia su solo con la flauta, aunque cambia luego al saxo alto al tiempo que crece la emoción, subrayada por una rítmica de voces divergentes, obsesivas, el piano arranca su solo a base de acordes, en un fraseo donde predomina el juego rítmico, las palmas de Sambeat le dan un repentino aire flamenco; luego se apaga enigmáticamente y reaparece la flauta hasta el cierre.
Leviatán se inicia con una frase a base de pequeñas células de ritmo intrincado que hace pensar en el bebop, pero adopta enseguida un camino mucho más salvaje, propio casi del free jazz, en consonancia con la personalidad del monstruo marino, por el que todos se dejan llevar con gran despliegue de recursos. Almazán sorprende, en medio de su solo, recordando With a Little Help from my Friends, de The Beatles. Sean bienvenidos la cita y el humor, hoy que casi han desaparecido del jazz más joven.
Ravel es uno de los compositores clásicos preferidos de Perico Sambeat, y al escuchar Forlane, procedente de Le Tombeau de Couperin, se entiende el porqué, con una adaptación mínima, Sambeat consigue que la pieza del compositor vasco francés suene como una balada elegante y armónicamente muy seductora, aquí se invierte el orden de los solistas y el piano prepara el camino para el saxo, ambos extreman su lirismo eludiendo caminos trillados.
Los vientos Alisios ponen de nuevo al cuarteto en movimiento con un tempo medio de tono lírico, en ritmo de 12/8, y la agitación aumenta a continuación con Rabbit Dust, que arranca de súbito con una frase a solo del saxofón, este tema de título jocoso vuelve a conducir al oyente por una sucesión de ambientes cambiantes y pequeños juegos rítmicos que hacen menos previsible el movimiento de la pieza.
Cierra el disco Lem, de Pablo Menares, un bonito 3/4 que supongo homenaje al escritor polaco de ciencia ficción, después de Sambeat y Almazán, Menares hace su solo más melódico del disco, sin alardes innecesarios, dejando que luzca el sonido oscuro de su instrumento.
A lo largo de toda la grabación el oyente puede disfrutar de una complicidad muy evidente entre los cuatro intérpretes, también de la continua efusión de talento y destellos espontáneos de genio creativo, que crecen a cada nueva escucha, con Atlantis Perico Sambeat ha dado sin duda un paso importante en su ya larga trayectoria.